Los muslos se encienden. Los pechos se encienden. Y los miembros.
Te penetro y un torrente de lava nos invade.
El napalm arde a 3000 °C.
La más pequeña gota arde durante
media hora.
Mientras arde libera gases tóxicos
que afectan la respiración.
Los gases tóxicos sacan a las
personas de sus refugios subterráneos.
Brasas que no se apagan. Cuerpos que se consumen extasiados.
La supervivencia es prácticamente
imposible en un radio de ochenta metros.
Piel con piel, anudados, llamaradas de polen nos renuevan.
Cuando el napalm-B arde –una nueva
fórmula– no puede retirarse de la piel.
El napalm-B también arde sobre el
agua.
Prácticamente es imposible
sofocarlo.
La piel se quema, y en la mayoría
de las veces, la carne también se quema hasta los huesos.
Debes decir fuego en las entrañas. Debes decir ahí donde estuvo hay
cenizas.
Una vez que el napalm arde, es
demasiado tarde para sofocarlo.
El concilio poético determinó que amor es igual a fuego.