miércoles, 9 de septiembre de 2015

Nota a la primera serie

A veces, al leer un poema he tenido la sensación de que el ritmo se cae en algún momento, que alguna imagen lo sabotea o que tuvo que haber terminado veinte versos antes. He dedicado horas y horas a pensar en las posibilidades casi infinitas que algún poema ofrece, y que jamás serán aprovechadas porque el autor eligió algo que ya no puede cambiarse. Pero tal vez no sea así. El poema no tiene que ser entendido forzosamente como un objeto monolítico, acabado, intocable. ¿Qué pasa si pensamos en él como una potencia, como un terreno todavía por explorar? Ya lo hizo alguna vez Pound, al versionar a Li Bai, también Spicer al jugar con García Lorca y muy recientemente Daniel Durand y Matías Heer  al “traducir” al rioplatense a John Berryman, Edgar Allan Poe, Guilhem de Peiteus y algunos otros. No son los únicos. Son tiempos de apropiaciones y reescrituras, pero también de retoques y de pequeños giros.

Hoy subo al blog el primero de una serie de textos que conforman un pequeño proyecto de nombre “Poemas Tuneados”. Para ello invité a distintos autores con el propósito de que seleccionaran un poema y le realizaran los ajustes que ellos creyeran interesantes o necesarios. Un fragmento de la invitación decía lo siguiente:

La idea es que las partes modificadas estén en cursivas y las partes omitidas tachadas, para hacer evidentes las prótesis y los vacíos. Y desde luego, que sean textos que siempre les hayan dejado la sensación de que pudieron aprovechar mejor sus recursos, tener salidas distintas, ser más transparentes o más opacos en algún punto, cargar con menos paja, etc. La idea no es tanto pulir las “imperfecciones” del poema, sino potenciarlo o personalizarlo.

Es decir, un “poema tuneado” es un poema que al menos de inicio “era de alguien más”, y al cual se le realizaron modificaciones y alteraciones: adjetivos cambiados, versos añadidos, estrofas suprimidas, etc.

Tunear un texto es jugar al cirujano plástico; luego de la intervención el paciente es el mismo y a la vez es otro. El resultado puede ser feliz, claro, pero como en cualquier procedimiento quirúrgico, siempre se corre el riesgo de arruinarlo todo. 

¿El objetivo? Tener opciones. Jugar. Al momento de escribir esto el proyecto sigue mutando, cada autor lo enriquece y expande/rompe las reglas iniciales porque tiene sus propias inquietudes. Que la impureza y las trampas sean bienvenidas. 

LEG

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